Ucrania y la derrota de todos

                              Fronteras impuestas por Alemania a Rusia en el Tratado de Brest-Litovsk (1918)

¿De verdad piensan que lo importante en Ucrania era la victoria de unos intereses europeos o de un dominio regional ruso? Supongo que sí. No nos ha quedado otra opción pues los medios de comunicación mundiales han tomado partido por un bando u otro para atacar desde su línea editorial, ideológica, al enemigo. Ha existido una tercera línea; pero no se ha basado en el equilibrio de posturas antagónicas, más bien ha consistido en la ambigüedad y la indiferencia que la diplomacia de la Unión Europea mantiene en el conflicto ucraniano pues era incómodo apoyar a unos radicales de ultraderecha, el gobierno provisional de Kiev, como única garantía de la defensa de sus intereses económicos y energéticos. Intereses que cualquier Estado o conjunto político de estados tiene derecho (internacional) a defender, siempre que sea bajo la legalidad y en base al respeto y la concordia

Mienten quiénes dicen velar por la libertad y la democracia del pueblo ucraniano que se ha levantado contra la "tiranía fascista" de Kiev, proclamando independencias del Estado ucraniano o anexiones a la “Madre” Rusia. Son hipócritas porque la estabilidad de la región les tiene sin cuidado, su beligerancia (en algunos casos extrema, como en parte de la prensa de América Latina) viene marcada por su línea de opinión antiimperialista y en contra del nuevo demonio pervertidor de la humanidad, la oligarquía financiera mundial. Esta postura tan combativa se produce porque un conflicto local sirve en este mundo tan global como excusa para mantener la dura pugna que existe en la última década por hacerse, precisamente, con la gobernanza de este globalizado planeta.

Para muchos esta gobernanza (ahora inexistente, de ahí los conflictos) pasa por arrebatar el poder económico y político a las fuerzas del capitalismo más extremo, triunfador de la Guerra Fría, rescatando y acomodando lo mejor posible a la actualidad postulados de la ideología que se enfrentó con éxito al capitalismo en las primeras décadas del siglo XX, el marxismo. Las fórmulas no han sido magistrales y las que perviven resultan defectuosas o contaminadas.

Movimientos de indignados han querido ser etiquetados como fórmulas con componentes marxistas; pero no tiene porqué ser así, sería muy simplón identificar toda protesta social o todo movimiento cívico antisistema con marxismo o con “gobierno del pueblo”. Ese etiquetado (interesado muchas veces) de los indignados como fuerzas izquierdistas o populistas se convierte en peyorativo para gran parte de la población, explicando que acabe “desinflándose” el apoyo ciudadano a este tipo de protestas.

Mienten quienes dicen preocuparse por la estabilidad y seguridad de la ciudadanía ucraniana desde los valores occidentales democráticos, basados en las garantías sociales de un Estado de derecho. Son falsos porque no pueden declarar unos principios y actuar bajo el valor de otros, los intereses puramente económicos. En Occidente, se dice, existe además de una crisis económica aguda una profunda crisis de valores, como si la ética hubiese muerto y la religión no sirviera para nada. Probablemente sea cierto, esa quiebra económica rompe, mancilla, pervierte a los valores que dábamos por excelentes. Porque ahí es donde está la confusión de muchos: se habla de ‘crisis de valores’ pensando que no había valores, que no existían, que estaban por establecer.

En Ucrania hemos olvidado esos valores y están al borde de una guerra civil (o ya lo están, según el baremo de “violencia” de cada uno) por motivos, seguro, muy alejados de nuestros verdaderos intereses. Si la Rusia de Putin representa los valores del progreso de izquierdas, el faro de la lucha anticapitalista, y el gobierno de Kiev los valores democráticos de un Estado de derecho, el que escribe estas líneas es el Papa Francisco. Así que como Sumo Pontífice no me queda otra que advertirles que en Ucrania vamos a perder todos…y sino al tiempo. Ucrania, la derrota de TOTUS.



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador



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